lunes, 28 de mayo de 2012

En tanto que educadores sociales, ¿no deberíamos pensar proyectos educativos desde una perspectiva educativa para con una ciudad?


Claramente, este tipo de proyectos, que aglutinen una relación entre los individuos de la ciudad, las comunidades y la comunicación que se produce entre ellas y una armonía en el uso de los espacios públicos, resultan tremendamente interesantes, siempre y cuando se contemplen, aprovechen y mejoren los servicios y equipamientos que esa ciudad ofrece.  Conseguir establecer satisfactoriamente como labor profesional todos estos puntos, logrando una ciudad educativa, supone generar cultura, posibilitar participación y desplegar un sinfín de formas de convivencia, supone crear ciudad, es decir, desarrollo local mediante la generación de cultural gracias a la participación social de los ciudadanos del territorio.
Sin embargo, muchos son los profesionales que emiten quejas acerca de la poca participación de la población en dinámicas de este tipo que favorecen, tal y como acabamos de mencionar, el desarrollo local. Pues bien, quizás han de plantearse otras formas de llamar la atención, no únicamente pegando un cartel informativo en un tablón de anuncios, que indique que se va a desarrollar una actividad puntual, a cierta hora, y dirigida para un colectivo específico. Probablemente, resulte más acertado compartir las demandas presentes, y por qué no futuras de la población, puesto que, estas demandas responden claramente a unas necesidades presentes en la cotidianeidad, incluso, hemos de atender, a los intereses y aspiraciones del ciudadano, en tanto que profesionales. Así, atendiendo a necesidades, problemas, intereses y aspiraciones propias del territorio en el que operamos, fomentamos la participación más eficazmente, que diseñando dinámicas puntuales que nosotros consideramos de interés.
Bien es cierto, que para conseguir estos objetivos que en las primeras líneas mencionábamos, hemos de ser conscientes, además de que hay que aprovechar y potencializar los recursos que tenemos disponibles en el territorio, y que estos objetivos han de plantearse a largo plazo, de que hoy en día, nuestra sociedad no está acostumbrada a la participación, sino más bien, a medidas educativas y/o sociales elegidas de manera unidireccional que se suponen que tiene en cuenta o representan al ciudadano.
Así, y tras las lecturas propuestas, ¿qué podemos plantear para con la participación ciudadana? Lo primero que hemos de tener en cuenta, es que la participación no ha de ser puntual, es decir que, podemos causar conflicto si convocamos a los ciudadanos a participar de manera prácticamente esporádica y además, si lo hacemos sin una programación previa. En segundo lugar, y apoyando al argumento establecido anteriormente, hemos de entender que, la participación, antes de nada, requiere de un trabajo educativo previo. Y, siendo repetitivos en lo mismo, afirmamos que, la participación social conjunta en una ciudad, continuada en el tiempo, requiere primeramente de un aprendizaje que especifique formas de cooperación en la ciudad, trabajo en equipo, implicación, normas, toma de decisiones, etc.
Pues bien, desde nuestra profesión, sería importante que fomentáramos, mediante estrategias que inciten la implicación ciudadana en políticas de su incumbencia, la participación ciudadana, para que trajera como consecuencia, entre otras cosas, una comunicación efectiva entre entidades, sociedades y ciudadanos, la participación en la elaboración, desarrollo y evaluación de proyectos para con la ciudad, la creación de vínculos intergeneracionales, el aprendizaje de reglamentos de participación, compromiso, etc. Siempre y cuando, llevemos a cabo un aprendizaje en participación previo. Así, la participación será bidireccional, y efectiva.

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