Claramente, este tipo de
proyectos, que aglutinen una relación entre los individuos de la ciudad, las
comunidades y la comunicación que se produce entre ellas y una armonía en el uso
de los espacios públicos, resultan tremendamente interesantes, siempre y cuando
se contemplen, aprovechen y mejoren los servicios y equipamientos que esa ciudad
ofrece. Conseguir establecer
satisfactoriamente como labor profesional todos estos puntos, logrando una
ciudad educativa, supone generar cultura, posibilitar participación y desplegar
un sinfín de formas de convivencia, supone crear ciudad, es decir, desarrollo
local mediante la generación de cultural gracias a la participación social de
los ciudadanos del territorio.
Sin embargo, muchos son los
profesionales que emiten quejas acerca de la poca participación de la población
en dinámicas de este tipo que favorecen, tal y como acabamos de mencionar, el
desarrollo local. Pues bien, quizás han de plantearse otras formas de llamar la
atención, no únicamente pegando un cartel informativo en un tablón de anuncios,
que indique que se va a desarrollar una actividad puntual, a cierta hora, y
dirigida para un colectivo específico. Probablemente, resulte más acertado
compartir las demandas presentes, y por qué no futuras de la población, puesto
que, estas demandas responden claramente a unas necesidades presentes en la cotidianeidad,
incluso, hemos de atender, a los intereses y aspiraciones del ciudadano, en
tanto que profesionales. Así, atendiendo a necesidades, problemas, intereses y
aspiraciones propias del territorio en el que operamos, fomentamos la
participación más eficazmente, que diseñando dinámicas puntuales que nosotros
consideramos de interés.
Bien es cierto, que para
conseguir estos objetivos que en las primeras líneas mencionábamos, hemos de
ser conscientes, además de que hay que aprovechar y potencializar los recursos
que tenemos disponibles en el territorio, y que estos objetivos han de
plantearse a largo plazo, de que hoy en día, nuestra sociedad no está
acostumbrada a la participación, sino más bien, a medidas educativas y/o
sociales elegidas de manera unidireccional que se suponen que tiene en cuenta o
representan al ciudadano.
Así, y tras las lecturas
propuestas, ¿qué podemos plantear para con la participación ciudadana? Lo primero
que hemos de tener en cuenta, es que la participación no ha de ser puntual, es
decir que, podemos causar conflicto si convocamos a los ciudadanos a participar
de manera prácticamente esporádica y además, si lo hacemos sin una programación
previa. En segundo lugar, y apoyando al argumento establecido anteriormente,
hemos de entender que, la participación, antes de nada, requiere de un trabajo
educativo previo. Y, siendo repetitivos en lo mismo, afirmamos que, la
participación social conjunta en una ciudad, continuada en el tiempo, requiere
primeramente de un aprendizaje que especifique formas de cooperación en la
ciudad, trabajo en equipo, implicación, normas, toma de decisiones, etc.
Pues bien, desde nuestra profesión,
sería importante que fomentáramos, mediante estrategias que inciten la
implicación ciudadana en políticas de su incumbencia, la participación
ciudadana, para que trajera como consecuencia, entre otras cosas, una
comunicación efectiva entre entidades, sociedades y ciudadanos, la
participación en la elaboración, desarrollo y evaluación de proyectos para con
la ciudad, la creación de vínculos intergeneracionales, el aprendizaje de
reglamentos de participación, compromiso, etc. Siempre y cuando, llevemos a
cabo un aprendizaje en participación previo. Así, la participación será
bidireccional, y efectiva.
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