¿Qué decimos si
vemos a un chico de, alrededor 7 años, caminando solo hacia el colegio? ¿Qué
pensamos si, vemos que anda sin su madre o padre a realizar una tarea tan
simple como es comprar el pan? Hoy en
día, solemos pensar frecuentemente que, con lo peligrosa que es la calle de una
ciudad, no entendemos cómo sus padres permiten que su hijo pasee solo. Es el
pensamiento más probable.
Esto es
precisamente acerca de lo que hemos reflexionado en grupo en relación al texto.
El hecho de que tengamos esa conciencia tan cerrada, ese miedo a que los
menores caminen solos sin una figura adulta a su lado.
Sin embargo,
¿Qué hacer como educadores ante esto? ¿Cómo defender el espacio público como
lugar donde existe una confianza? La calle, debería de ser un lugar amable, en
el que siempre hay movimiento a todas horas y con gente de todas las edades, y
sobre todo, un lugar seguro. ¿Cómo
concienciar de que la calle se convierte en peligrosa en el momento en que
dejamos de ocuparla como espacio público?
Es importante
este cambio de mentalidad, puesto que, es el primer paso para que, gente de
todas las edades ocupe los espacios públicos, interactuando unas generaciones
con otras, y como consecuencia, aprendan ciudadanía, aprendan lo que es la vida social, la vida comunitaria (normas de ciudadanía y su adecuado
cumplimiento), que las personas, sobre todo los niños, ganen autonomía, etc.
Decimos que es importante que aprendan esto porque, sólo habitando el espacio
público, evitamos que, la propia
educación que estén recibiendo los menores, frene la vida en sociedad. Con
esto queremos decir que, únicamente habitando el espacio público, se logrará
que todo aquel que ocupe un espacio público, se sentirá responsable de él como
espacio propio, responsables de la comunidad y de todos los bienes en tanto que
públicos; se logrará un verdadero respeto hacia estos espacios.
Si de algo
tenemos que estar seguros, es de que, dividiendo y fraccionando el tiempo de
utilización de estos espacios (los niños de día, los adultos de noche, por ejemplo),
no vamos a lograr esta interacción generacional, es decir, no vamos a lograr
nunca que nuestros espacios públicos sean seguros, luminosos, amables, donde no
se acepte el coche etc., y así, nunca generaremos esa mentalidad de utilizar un
espacio público sin deteriorarlos, es decir, sin dejar huella en él puesto que
otro ciudadano vendrá más tarde a utilizarlo, como suyo que es.
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