miércoles, 18 de abril de 2012

La Calle como espacio seguro.


¿Qué decimos si vemos a un chico de, alrededor 7 años, caminando solo hacia el colegio? ¿Qué pensamos si, vemos que anda sin su madre o padre a realizar una tarea tan simple como es comprar el pan?  Hoy en día, solemos pensar frecuentemente que, con lo peligrosa que es la calle de una ciudad, no entendemos cómo sus padres permiten que su hijo pasee solo. Es el pensamiento más probable.
Esto es precisamente acerca de lo que hemos reflexionado en grupo en relación al texto. El hecho de que tengamos esa conciencia tan cerrada, ese miedo a que los menores caminen solos sin una figura adulta a su lado.
Sin embargo, ¿Qué hacer como educadores ante esto? ¿Cómo defender el espacio público como lugar donde existe una confianza? La calle, debería de ser un lugar amable, en el que siempre hay movimiento a todas horas y con gente de todas las edades, y sobre todo, un lugar seguro. ¿Cómo concienciar de que la calle se convierte en peligrosa en el momento en que dejamos de ocuparla como espacio público?



Es importante este cambio de mentalidad, puesto que, es el primer paso para que, gente de todas las edades ocupe los espacios públicos, interactuando unas generaciones con otras, y como consecuencia, aprendan ciudadanía, aprendan lo que es la vida social, la vida comunitaria  (normas de ciudadanía y su adecuado cumplimiento), que las personas, sobre todo los niños, ganen autonomía, etc. Decimos que es importante que aprendan esto porque, sólo habitando el espacio público, evitamos que, la propia educación que estén recibiendo los menores, frene la vida en sociedad. Con esto queremos decir que, únicamente habitando el espacio público, se logrará que todo aquel que ocupe un espacio público, se sentirá responsable de él como espacio propio, responsables de la comunidad y de todos los bienes en tanto que públicos; se logrará un verdadero respeto hacia estos espacios.
Si de algo tenemos que estar seguros, es de que, dividiendo y fraccionando el tiempo de utilización de estos espacios (los niños de día, los adultos de noche, por ejemplo), no vamos a lograr esta interacción generacional, es decir, no vamos a lograr nunca que nuestros espacios públicos sean seguros, luminosos, amables, donde no se acepte el coche etc., y así, nunca generaremos esa mentalidad de utilizar un espacio público sin deteriorarlos, es decir, sin dejar huella en él puesto que otro ciudadano vendrá más tarde a utilizarlo, como suyo que es. 

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